¿A quién llamo pedante? A ti, Juan Manuel de Prada, que eres un plasta pedante.
Verán ustedes, hace poco compré un libro de Juan Manuel de Prada, La vida invisible. Lo compré porque estaba muy barato y porque en la portada rezaba el siguiente mensaje: "Premio primavera de novela 2003". Luego leí el resumen del argumento y parecía interesante, así que lo compré. Cuando ayer empecé a leer supe enseguida que el primer bostezo sería inminente. Sólo pude soportar dos capítulos antes de empezar a odiar a todos los personajes y a su creador.
¿Cómo se puede escribir "El cielo, esa fábrica de mitologías, se deshilachaba de nubes que acolchaban el descenso", para decir que el avión aterrizaba? Por Dios, así es normal que se utilicen 530 páginas para una historia que podría resolverse en 200.
Juan Manuel de Prada, querido, que sepas que para escribir un buen libro lo único que hace falta es saber contar historias. Por muchas grandes palabras, metáforas y sinónimos que sepas meter en una frase, no hace falta utilizarlo todo en cada línea de cada página. En serio, ya sabemos que eres muy culto y sabes utilizar palabras que muchos no conocemos, pero eso no hace que la historia sea mejor. Este libro tuyo es un coñazo porque no dejas vivir a tus personajes, porque tu ego lo eclipsa todo. Utilizas un lenguaje tan recargado y pedante que me recuerdas al Joei, el personaje de Friends, en el capítulo en que aprende a buscar sinónimos y antónimos en el ordenador y que, para parecer menos idiota los utiliza todos, sin importarle el resultado caótico final (ejemplo: gran corazón = descomunal órgano aórtico). En serio, es de risa.
Este libro, La vida invisible, es un truño no porque la historia sea mala (aunque tampoco es que me muera por conocer el final), sino porque mientras vas leyendo, no puedes meterte en la piel del personaje. En todo momento eres consciente de que existe un escritor que se esfuerza por que tú parezcas más torpe (lingüísticamente hablando) que él.
Yo creo que toda buena historia merece que su creador se haga invisible a los ojos del lector y, de esta forma, tan sólo prevalezcan los personajes, los paisajes y los hechos narrados. Con el cine pasa igual: las mejores bandas sonoras son las que no se "escuchan" porque se han mimetizado perfectamente con el argumento, al igual que el mejor actor es aquel que desaparece de la pantalla para que sólo quede el personaje.
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